miércoles, 30 de septiembre de 2009

FUGAZ POSTRADO

El pasado Jueves 24, como anuncié en su momento, tuvo lugar el inicio de la nueva temporada de Momentos Literarios, en el Gran Café Victoria (Badajoz). Dicha reunión contó con la participación de varios autores. Pues bien, el que suscribe lo que aquí leéis se arrancó con un tema compuesto hace unos tres años que habla de la convalecencia de un familiar que fue intervenido en el vientre. Se comentó en el post-operatorio, entre otras cosas, algo sobre si le hicieron demasiado corte para la operación. Pero, lo peor fue que el "gotero" que le suministraba la anestesia no debió de funcionar. El caso es que sin saber por qué, no se pudo corregir dicho error, teniendo que aguantar dicho post-operatorio sin la citada anestesia, mostrando su rostro una clara sensación de agonía.
Por fortuna, la ciudad donde reside, hace tiempo que disfruta de sus pasos. Al menos para los presentes, aquello fue un...



FUGAZ POSTRADO




Dolor, sufrimiento,
resistencia, resignación,...
demasiado padecer
concede El Señor
a ese angelical rostro de mambrino
que postrado convalece
en la posada del hastío.

Batas blancas y verdes
en las galerías levitan
entre las puertas de ese hotel
que nada bueno suscita.

En las zarpas de un “matasanos”
se ha visto la ricura
o la experiencia profesional
precisó, en su vientre, de tal fisura
que atravesó nuestras almas
con una rabia casi semejante
al dolor de su vientre,
que parecía agonizante.

Descubrimos, al poco del mal trance,
que no estaba del todo equivocada
la arenga muy debida
a aquel licenciado evocada,
si bien alegra ver el fin
de la angustia provocada
recreando, por fortuna, la vista
en ese sillón, en esa sonrisa
de oreja a oreja arrancada
por una cariñosa cartulina,
en cuyo seno se dibujaba
una especie de señor Don Gato,
de cálida y suave piel de vainilla,
sobre un aterciopelado fondo lila
que su retoñita le ha regalado.

Aseguro que es muy congratulante
para toda una familia expectante
poder ver a su querida cuñá,
pasito a pasito, por Ronda del Pilar.

Ciertos refranes suelen tener razón
y, por suerte, esta vez se cumple
que “no hay mal que cien años dure”
y la calle ya disfruta de tus pasos, ¡corazón!.

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