Dos
jóvenes vecinos de un pueblo del Este de León suben, como otras veces lo habían
hecho, al campanario de la iglesia para poder disfrutar de la hermosa vista del
pueblo desde las alturas.
Pero esta
vez suben con un propósito en concreto: ¿Cuántas veces recónditos lugares o el
interior de estos, cuando no ambos, nos son desconocidos porque están oscuros o
sí los conocemos pero no sabemos lo que albergan dentro?. Ambos creen que en
una bóveda que hay situada a los pies de la espadaña, en su cubierta, en uno de
esos recónditos y oscuros rincones está “guardada” una gran tela envuelta en un
enorme palo, desde hace más de 70 años.
Nadie se
acuerda apenas de que hubiese sido guardado allí tal objeto, hasta que ambos lo
sacan a la calle, lo desenvuelven y se descubre que acaban de encontrar una
joya que cuenta con unos 300 años de antigüedad.
El pueblo
leonés de Valdavida, ha encontrado su enseña, ha encontrado su pendón.
EL
PENDÓN
Le
encontraron en un alto,
Al pie de
su perdición.
Nadie
asegurar lograba
Dónde,
antaño, se “guardó”.
Una bóveda
en la iglesia
Era, hasta
ahora, su mansión.
A los pies
de la espadaña,
Sólo
estaba en un rincón
Por el
cual muchos pasaban,
Pero nadie
se fijó
Porque
estaba muy oscuro
Y su
interior nadie vio,
Donde sólo
le veía
La fauna
de la región:
Como hambrientos
roedores
O, de ave,
alguna excreción…
Pero el
tiempo trajo el día
En que, al
fin, de allí salió:
Fue
entrada la Primavera
Cuando,
una vez más, cruzó
Un par de
mozos del pueblo
Ese
pequeño portón
que da
paso a esa escalera,
que, sin
ser de caracol,
a vueltas
va al campanario,
en cuyo
trayecto dio
con el
rincón antes descrito
y dentro
del cual halló
un extraño
palo largo,
que,
enrollada alrededor,
portaba
una enorme tela
que, en
brazos, de allí salió.
Con gran
emoción e intriga
Allá
afuera se extendió,
Descubriendo
sorprendidos
Que, en el
Este de León,
El pueblín
de Valdavida
Recuperó
su pendón.
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